Autor: Elizabeth Bravo – acción ecológica
En enero de 2021, varias organizaciones de América del Sur, convocadas por la Fundación Pro Defensa de la Naturaleza y sus Derechos, dirigieron un comunicado a David R. Boyd, Relator Especial de Naciones Unidas sobre los Derechos Humanos y el Medio Ambiente sobre los incendios en distintas regiones y ecosistemas sudamericanos, y su relación con el agronegocio. Las organizaciones firmantes mostramos cómo la expansión del monocultivo de la soya, la ganadería y la industria camaronera se hace a costa de bosques amazónicos y secos tropicales, humedales y otros ecosistemas naturales, convirtiéndose con ello en la principal causa de los incendios ocurridos el año 2020, en plena pandemia del COVID-19.
Entre los principales biomas afectados por los incendios se encuentran el bosque amazónico, los humedales del Pantanal, del delta del Paraná y de La Segua, el Gran Chaco boliviano, paraguayo y argentino, el bosque seco chiquitano, el Cerrado brasileño, las sierras cordobesas, entre otros. Los impactos ambientales generados por el fuego provocan alteraciones significativas en el sistema natural, como pérdida de biomasa y de estructura vegetal, fragmentación de hábitats y pérdida de especies endémicas de la región, muerte de semillas y microorganismos como hongos y bacterias, que son los responsables del ingreso de nutrientes al suelo. A su vez, la biomasa en combustión genera transferencia de calor al sistema suelo, modificando los organismos y los procesos ligados al régimen térmico e hidrológico. Todo esto deriva en efectos a largo plazo y de largo alcance.