¿VENDER NATURALEZA O PROTEGER DERECHOS?

El Marco Mundial de Biodiversidad Kunming-Montreal se adoptó hace un año para detener la rápida destrucción de la biodiversidad, pero graves deficiencias ponen en duda su capacidad para cumplirlo.

Fuente: FIAN International – Diciembre 2023 

La destrucción de los ecosistemas y la rápida pérdida de biodiversidad están socavando la producción de alimentos saludables y culturalmente apropiados en manos de comunidades indígenas y campesinas, por lo tanto, la realización del Derecho a la Alimentación y a la Soberanía Alimentaria.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), desde principios del siglo XX se ha perdido el 75% de la diversidad genética de las plantas. Los agricultores de todo el mundo han abandonado sus semillas propias por variedades genéticamente uniformes, controladas por las corporaciones agroindustriales.

Al momento, a nivel mundial, sólo 9 especies representan el 66% de la producción total de cultivos alimenticios; esto a pesar de que en el mundo hay unas 6.000 especies de plantas comestibles conocidas. Además, el 90% del ganado criado en el norte global proviene de sólo seis razas y el 20% de las razas de ganado están en riesgo de extinción.

El Marco Global de Biodiversidad Kunming-Montreal fue adoptado por los estados partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica el 18 de diciembre de 2022. Se trata de un plan global para proteger la biodiversidad, pero como muestra el documento de FIAN Internacional, existe la preocupación de que la destrucción de la biodiversidad continue, así como la violación de los derechos de las comunidades.

El Marco Global no se aleja de la agricultura industrial y otras actividades extractivas, altamente destructivas, para promover la agroecología basada en la producción indígena y campesina. Un ejemplo de ello es el Objetivo 7 que hace un llamado reducir el riesgo general de los pesticidas y productos químicos altamente peligrosos mediante la gestión integrada de las plagas, basándose en la ciencia, teniendo en cuenta la seguridad alimentaria. No habla de soberanía alimentaria, que es un concepto que es adoptada cada vez más en foros internacionales, y defendido por organizaciones tales como La Vía Campesina. Lo que en realidad pide este principio es que se haga un uso responsable de los agrotóxicos, pues su eliminación (aunque sea gradual), podría poner en riesgo la “seguridad alimentaria”,

Abrazando la monetización de la ‘naturaleza’

Es también muy preocupante que el Marco Global de Biodiversidad Kunming-Montreal, adopta las llamadas “soluciones basadas en la naturaleza”, que se han convertido en un mantra entre muchos gobiernos, grupos conservacionistas, así como círculos empresariales e inversores “verdes” y “azules”. El concepto está peligrosamente mal definido y sus

interpretaciones más comunes son esquemas de compensación; es decir, una actividad industrial destruye la biodiversidad en un lugar y compensa esta destrucción en otro lugar con características similares. Este abordaje no toma en cuenta el valor cultural que la naturaleza puede tener tanto en un lugar como en el otro, al tiempo que fomenta más acaparamiento y despojo de tierras, bosques y océanos, que pueden pasar de ser propiedad comunitaria de pueblos indígena, campesinos, o de productores de alimentos de la agricultura familiar campesina, a manos de grandes empresas de conservación, o de corporaciones que simplemente quieren justificar su destrucción en otro lugar.

Establece claramente que para la obtención de fondos para la conservación de la biodiversidad, los estados deben estimular “planes innovadores, como el pago por servicios de los ecosistemas, bonos verdes, compensaciones de la pérdida de diversidad biológica, créditos y mecanismos de participación en los beneficios”; es decir, poner a la biodiversidad en venta.

El “Marco Global” se está convirtiendo en una puerta abierta para que los grupos de interés con fines de lucro sean quienes establezcan las prioridades para la acción en materia de biodiversidad, ya que permite la financiación privada, combinada y “innovadora”, sin ninguna salvaguardia social y ambiental. El principio 14 hace un llamado a “armonizando gradualmente todas las actividades públicas y privadas pertinentes, los flujos financieros y fiscales con los objetivos y las metas del presente Marco”.

Desde su adopción, algunos gobiernos han presionado para la creación de mercados de crédito para la biodiversidad. Países como Barbados, Belice, Ecuador y Gabón han acordado los llamados canjes de deuda por naturaleza para refinanciar su deuda a cambio de compromisos de conservación.

Aunque el “Marco Global” enuncia los derechos de los pueblos indígenas, de la naturaleza, de las comunidades locales, y la justicia intergeneracional y de género, el llamado Objetivo 30×30, según el cual el 30% de la superficie terrestre y acuática del mundo debe estar bajo regímenes de conservación para 2030, revive un enfoque de “conservación de fortaleza”, que ha llevado a violaciones sistemáticas de los derechos de las comunidades locales derechos, desde que se eligió el sistema de áreas protegidas como el mecanismo para conservar la naturaleza.

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