Ivonne Yánez [i]
El hidrógeno es un elemento que abunda en el universo. En nuestro planeta no se lo encuentra solo, sino formando parte de compuestos químicos; por ejemplo, formando una molécula con dos átomos de hidrógeno (H2 que altamente volátil), o junto a elementos como el carbono en forma de hidrocarburos, o con el oxígeno en forma de agua H2O.
Para obtener moléculas de hidrógeno es necesario provocar reacciones fisicoquímicas a través de procesos complejos, costosos, que requieren enormes cantidades de energía y de otros materiales. El hidrógeno (H₂) en sí mismo no es una fuente de energía directa, pero sus características permiten usarlo como vector o portador de energía, una vez almacenado en tanques y llevado hacia una pila.
Casi todo el hidrógeno que se usa hoy es para refinar petróleo, para el mejoramiento de crudos pesados, la producción de amoniaco para hacer fertilizantes sintéticos, plásticos, la fabricación de llantas, cemento, vidrio, acero, o explosivos. Todos estos sectores de la industria son altamente contaminantes. El hidrógeno producido se transporta en camiones, barcos o ductos para lo que debe ser comprimido o convertido en hidrógeno líquido.
El 23% del hidrógeno se obtiene usando carbón y 76% gas natural [ii], lo que produce enormes cantidades de CO2. Las empresas productoras de este último, llamado hidrógeno “gris”, dicen que van a limpiar su producción con geoingeniería -sumamente riesgosa- que capture el CO2, lo meta bajo tierra y enverdezca el hidrógeno producido. La producción de hidrógeno también puede hacerse en un biorreactor con el uso de ciertas algas -que pueden ser genéticamente modificadas-, pero es a pequeña escala y experimental.
En este momento, hay una fiebre de producción de hidrógeno “verde” (H2V). Se hace mediante electrólisis, que consiste en utilizar una corriente eléctrica para romper la molécula del agua en oxígeno e hidrógeno. Se le llama “verde” porque utiliza energía solar, eólica, hidráulica, residuos biológicos o hasta la nuclear, a las que se las considera “verdes”, y que en realidad han abierto puertas para profundizar la mercatilización de la naturaleza, por eso usamos el término “vercantilización” de la energía.
Sus promotores sostienen que si este hidrógeno “verde” no emite gases con efecto invernadero, es bueno para enfrentar el cambio climático. Pero ¿qué hay de verdad en esto?
¿Por qué ahora se quiere tanto hidrógeno?
El sistema capitalista de producción y consumo siempre necesita más energía “barata” y en el menor tiempo posible. Conflictos bélicos, resistencias de los pueblos, o el mismo cambio climático, empujan a las corporaciones a buscar desesperadamente nuevas fuentes de energía. Vemos cómo se sigue extrayendo carbón a pesar de ser el combustible fósil más contaminante, se avanza hacia nuevas fronteras para extraer petróleo pesado y extrapesado, se recurre a la fractura hidráulica para sacar más gas, la energía nuclear sigue presente, y se siguen secuestrando ríos para construir hidroeléctricas. Y ahora, los nuevos planes incluyen el despliegue de millones de aerogeneradores o paneles solares en todo el mundo.
Es en este escenario que entra el hidrógeno. Sin embargo, el hidrógeno “verde” no es una nueva forma de energía -aunque se le presente así- ni va a proveer más energía. Por el contrario, se va a desperdiciar energía [iii]. A pesar de esto, en los últimos cinco años, más de 30 países -incluido el Ecuador- han puesto en marcha, o comenzado a preparar, estrategias nacionales de H2V, con el argumento de que se contará con un nuevo tipo de energía con la que combatiremos el calentamiento global.
Pero, si no es una fuente energética ¿por qué tanto entusiasmo con invertir en esta pequeña molécula? Sostenemos que al menos por cuatro razones.
La primera es que hay muchísima liquidez de capitales -lícitos e ilícitos- en el mundo. Por ejemplo, gigantes gestores de fondos, como BlackRock [iv], se están vercantilizando, pues están invirtiendo en varios proyectos de H2V en Chile, uno de los grandes productores de hidrógeno “verde”. Pero cabe preguntarse ¿por qué les interesa invertir tanto en este mercado que podría no ser tan exitoso en el futuro?
La respuesta radica en la segunda razón del auge del hidrógeno “verde”. En todos los países, las empresas de energía -incluidas las petroleras- son altamente subsidiadas con fondos públicos. Esto también ocurre en el caso de la energía de hidrógeno. En Ecuador posiblemente habrá también subsidios a través del otorgamiento de tierras, infraestructura vial, licencias de agua, cofinanciamiento con fondos públicos, reparación de daños ambientales, facilidades legales, tributarias, administrativas y posiblemente hasta promoción gratis. Sin este dinero público, no sería tan rentable invertir en hidrógeno “verde”.
Un tercer elemento que incentiva el crecimiento exponencial del hidrógeno “verde” es que los países del norte, que son los que más energía demandan, deben demostrar sus compromisos con las metas de cero-neto emisiones bajo el Acuerdo de Paris de cambio climático. Pero el planeta no da abasto para tanta compraventa de “compensaciones de emisiones de carbono”, con todos sus bosques, océanos, cultivos, suelos…por lo que requieren incorporar a sus negocios cambios tecnológicos como las energías “renovables”, y aquí calza perfectamente el H2V. Las negociaciones y políticas sobre clima en Estados Unidos y Europa ya lo están incorporando como nuevos negocios en el mercado de carbono para que las empresas electrolizadoras obtengan créditos de carbono gratis, las puedan negociar y mentir que están descarbonizadas.
La cuarta razón es, en definitiva, que el hidrógeno “verde” permitirá más extracción y uso de combustibles fósiles y minerales, lo que es una buena noticia para las empresas vinculadas al extractivismo. Vamos a ver porqué en los siguientes párrafos.
¿Quiénes ganan y quiénes pierden?
A más de los sectores de la energía “renovable” y los inversores de capitales, la gran industria pesada y empresas contaminantes se verán como ganadoras, incluyendo la industria de combustibles fósiles, los fabricantes de agrotóxicos, la metalúrgica y ahora el transporte marítimo o terrestre de mercancías a grandes distancias, o la aviación. Para todos estos sectores responsables del calentamiento global, con el uso de hidrógeno “verde” se “vercantilizarán”, maquillarán su imagen, podrán “compensar sus emisiones” y llamarse carbono neutrales, para poder seguir el modelo de producción y consumo, sin dejar su dependencia a los hidrocarburos fósiles.
En tanto los pueblos, las comunidades y la naturaleza del Sur serán afectados por esta peligrosa “transición verde”, plagada de falsedad.
Exportar, exportar, exportar
La mayor parte del hidrógeno producido en los países del Sur será destinada a países del Norte. El H2V va a transformar la geopolítica energética global. Puede decirse que exportar hidrógeno “verde” va a significar que estaremos de facto exportando nuestro sol, viento, agua en forma de hidrógeno. La producción de hidrógeno será a gran escala, se instalarán cientos de aerogeneradores, miles de paneles solares, o decenas de centrales hidroeléctricas, para obtener la energía necesaria para los electrolizadores que se instalarían.
Ya se han levantado muchas voces críticas en todo el mundo para alertar y denunciar los impactos sociales y ambientales del despliegue industrial de proyectos de energías “renovables”, y ahora a los asociados a la producción de hidrógeno. Además de lo que puede ocurrir en los lugares donde se van a instalar las fábricas de hidrógeno.
Impactos en las comunidades y la naturaleza
Una de las primeras fuentes de electricidad para el H2V serán los “parques” eólicos o las “granjas” solares; denominados así para que parezcan amigables con el medio ambiente, pero en realidad significan tierras acaparadas y territorios sacrificados para poder instalar la infraestructura.
Se conoce que la energía eólica a gran escala, con turbinas y aspas gigantescas (de hasta 100 metros cada una), con una vida útil de alrededor veinte y cinco años, provoca daños brutales en el vuelo de las aves, ahuyentan con el viento a los insectos y otros animales, son sumamente molestosas por el constante ruido que provocan, y dejan gran cantidad de desechos al término de su vida útil. Las aspas fabricadas en China son hechas con la balsa que fue arrasada de varias zonas del Ecuador [v]; y probablemente va a regresar en forma de aspas para los aerogeneradores que se colocarían en nuestros territorios.
Para construir un aerogenerador, transportarlo y pararlo se necesitan miles de toneladas de cobre, plata, oro y otros minerales, y mucho combustible fósil. Cálculos realizados en México señalan que para cada torre y su aerogenerador se necesitan: 150 toneladas métricas de acero para los cimientos de hormigón, 250 toneladas para los cubos del rotor, 500 toneladas de acero para la torre, y más de 8 toneladas de cobre. Para instalar un aerogenerador se hacen huecos de hasta 15 metros de profundidad y 20 de diámetro y se rellenan de hormigón acerado[vi], para lo cual se requiere solidificar las aguas subterráneas. Para la propia operación de los aerogeneradores se requiere de diésel o gasolina. Todo esto implica abrir minas y sacar petróleo para la fabricación, transporte, implantación. En realidad, a las energías renovables se les puede llamar energías fósiles recargadas.
En Chile se quiere ocupar inevitablemente cerca de 400 mil hectáreas [vii] para la instalación de los proyectos eléctricos que abastecerían la industria del hidrógeno “verde”, más de un tercio de la superficie cultivada con frutas en ese país, por lo que se prevé que habrá conflictos con el uso de la tierra. Porque solo a gran escala se tendrá la cantidad de energía necesaria para romper la molécula de agua.
Los paneles de energía solar también ocupan muchísimo espacio, muchas veces agrícola, y también se requiere de ingentes cantidades de minerales metálicos, tierras raras y energía fósil para su fabricación e instalación. Y se necesita mucho sol, por eso se están instalando miles de paneles en el norte de África, en América del Sur, y otras zonas tropicales.
Otra fuente renovable para la producción de H2V proviene de centrales hidroeléctricas. En el Ecuador, el 78% es hidroelectricidad, generada en infraestructuras que han sido cuestionadas desde hace décadas, porque afectan a los ríos y a las comunidades, y porque los embalses emiten altas cantidades de metano que contribuye aún más al calentamiento global. Estos proyectos de hidroenergía causan daños irreparables a la naturaleza, basta ver lo ocurrido con el proyecto Coca-Codo Sinclair causante de la erosión regresiva del río Coca y de la desaparición de la cascada de San Rafael; de la rotura de los dos oleoductos y el derrame de miles de barriles de crudo que afecto a muchas comunidades río abajo. La hidroenergía tampoco es sustentable ni ecológica [viii].
El uso del agua
Por si fuera poco, para la electrólisis del hidrógeno se necesita mucha agua pura. Quizás el agua que se use en el país para producir H2V, para la industria y la exportación, vendrá de la red de agua potable, o de fuentes naturales de agua como los páramos, pozos, lagos, ríos. También podría venir de agua desalinizada cuyo procesamiento es muy costoso y conlleva contaminación por residuos dañinos como son las salmueras. No sería extraño que se realicen proyectos de obtención de agua de alta calidad para la industria del hidrógeno.
Cifras promedio del caso chileno señalan que la producción de una tonelada de hidrógeno a través de la electrólisis requeriría un promedio de 9 toneladas de agua pura; pero, a su vez, para obtener una tonelada de agua purificada se requiere de unas dos toneladas de agua a tratarse. Es decir, producir una tonelada de hidrógeno requiere de al menos 18 toneladas de agua [ix].
Según los planes del gobierno ecuatoriano al 2050 se espera producir 520 millones de toneladas de hidrógeno. Es decir, a pesar de la crisis hídrica actual y futura, se tendría que destinar más de 9.000 millones de toneladas de agua para estos planes, lo cual resulta delirante.
Más territorios sacrificados en Ecuador
La Estrategia para el Hidrógeno Verde en Ecuador incluye al menos siete proyectos piloto, que estarían ubicados en las Galápagos, Esmeraldas, Guayas, Manabí, Sucumbíos, Chimborazo y Pichincha, para incorporarse a los planes de separar el hidrógeno del oxígeno (mediante hidrólisis), y al menos 21 ubicaciones para emplazar proyectos de generación de energía “renovable” [x].
Es una obligación entregar la información necesaria para conocer qué tipo y en dónde quieren instalar toda esta infraestructura, con qué dinero se lo hará, como se realizarán estos proyectos, los riesgos e impactos en los derechos humanos y de la naturaleza.
Como suele ocurrir, los principales beneficiarios de estos planes serán, por un lado, la propia industria petrolera, las refinerías (Esmeraldas y Shushufindi), las acerías o cementeras, los fabricantes de amoniaco (Chimborazo y Guayas) para elaborar fertilizantes sintéticos, de metanol (Manabí) [xi], las empresas mineras, y los consumidores del Norte global importando H2V. El objetivo es “2035 descarbonizar completamente las industrias más contaminantes y empezar a exportar hidrógeno verde”.
Notas:
[i] Miembro de Acción Ecológica
[ii] International Energy Agency. (2019). The Future of Hydrogen. https://www.iea.org/reports/the-future-of-hydrogen
[iii] María Paz Aedo dice que hay información científica que dice que aún los más eficientes sistemas de electrólisis para producir hidrógeno, tienen pérdidas del 30% de la energía eléctrica usada en el proceso, y que pueden subir hasta el 50%. Ver: Hidrógeno verde y nuevos extractivismos. https://www.briega.org/es/opinion/hidrogeno-verde-nuevos-extractivismos. 21/03/2023
[iv] OLCA. (2022). ¿Quiénes controlan el negocio del “Hidrógeno Verde” en Chile? 22/09/22 https://olca.cl/articulo/nota.php?id=109654
[v] Bravo, Elizabeth (Ed.). (2021). La balsa de va. ENERGÍAS RENOVABLES, SELVAS VACIADAS. https://www.naturalezaconderechos.org/wp-content/uploads/2021/09/LA-BALSA-SE-VA.pdf
[vi] Dunlap, Alexander (2021). “Does Renewable Energy Exist?“ 2021. https://www.sum.uio.no/english/research/publications/2021/alexander-dunlap-does%20renewable-energy-exist.html
[vii] OLCA (2022). Abril clave para el hidrógeno verde. https://olca.cl/articulo/nota.php?id=109380
[viii] Nueva Sociedad (2022). Las mil promesas del hidrógeno verde.https://nuso.org/articulo/las-mil-promesas-del-hidrogeno-verde/
[ix] Normativa de la Sociedad Americana de Pruebas y Materiales (ASTM). Citada por Juan Ignacio de la Fuente Rodríguez (2023) en El hidrógeno verde y la crisis del agua. https://elperiodicodelaenergia.com/el-hidrogeno-verde-y-la-crisis-del-agua/
[x] Hidrógeno verde: ¿Qué es y por qué lo llaman la energía del futuro? https://www.primicias.ec/noticias/tecnologia/hidrogeno-verde-que-es-por-que-energia-futuro/
[xi] Siete proyectos piloto constan en la Hoja de Ruta del Hidrógeno Verde. https://youtopiaecuador.com/cuidado-del-ambiente/hidrogeno-verde-proyectos-hoja-ruta-