La pitahaya afecta los bosques nativos del sur de la Amazonía ecuatoriana

Reseña de una publicación de Plan V

El texto completo se encuentra en:

https://www.planv.com.ec/historias/plan-verde/pitahaya-un-cultivo-oro-que-impacta-la-perdida-bosques-nativos-la-amazonia

La Revista Plan V acaba de hacer un extenso reportaje de Gabriela Ruiz, sobre los impactos de la pitahaya en los bosques amazónicas de la provincia de Morona Santiago, específicamente en el cantón Palora, en la Amazonía ecuatoriana.

En Palora, la producción de pitahaya en la década de 1990 fue de 35 toneladas, y subió a 6 mil toneladas en 2019. En 2021, Ecuador exportó unas 17.800 toneladas de esta fruta, pero a costa de la vegetación natural, como las de Morona Santiago, la provincia con la mayor tasa de deforestación en Ecuador

De acuerdo a un reportaje de Plan V, Palora ha pasado de por varios booms de monocultivos y la población es eminentemente colones que ha migrado a la zona en busca de fortuna. De hecho, en el cantón Palora corresponde hay 109.515 hectáreas de bosques, 16.442 hectáreas de pastizales y 10.067 hectáreas, de los cultivos agrícolas, de los cuales, 2.043 hectáreas están destinadas a la pitahaya. Los monocultivos se iniciaron con el té negro, otros monocultivos son la naranjilla, la caña de azúcar y ahora, la pitahaya.

En Ecuador, se cultiva dos tipos de pitahaya: la roja y la amarilla. Existen dos ecotipos de la pitahaya amarilla: la primera, denominada Pichincha o Nacional; y la segunda, conocida como Palora. La pitahaya de Palora que obtuvo una Certificación de Denominación de Origen.

La fruta se exporta a 27 países, siendo Estados Unidos el mayor mercado. Al momento en Ecuador hay 1.528 hectáreas de pitahaya, que requieren del uso de fertilizantes orgánicos y químicos en grandes cantidades, lo que deteriora los suelos. Hasta diciembre del 2021, se habían registraron 2.051 sitios de producción para exportación de pitahaya en Ecuador, de los cuales, Morona Santiago congrega el 65%, siendo Palora la principal productora en esa provincia; esto, a costa de sus bosques.

Entre 2001 y 2020, se deforestaron en Morona Santiago más de 158 mil hectáreas de bosque nativo, lo que equivalen al 25% del total de la deforestación de toda la Amazonía ecuatoriana. El reportaje señala que el 40,9% de Morona Santiago se encuentra bajo protección por el Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SNAP); esto es, 422.560 hectáreas, y ahora están amenazadas por la expansión del monocultivo.

De acuerdo a la Prefectura de Morona Santiago, el 12% del territorio está ocupado por pastizales. Un estudio de la ESPOCH establece que, debido a la pérdida de bosque por el cambio a tierra agropecuaria, se ha formado una franja que comienza en la ciudad de Palora, pasando por Pablo Sexto, Morona, Sucúa, Santiago, Limón Indaza, San Juan Bosco, hasta terminar en Gualaquiza.

La pérdida de bosques nativos afecta a la biodiversidad de flora y fauna, especies endémicas y a los pueblos originarios, como los Shuar y Achuar, que tienen una estrecha relación con la selva. El problema de la deforestación en Morona se agrava con las 820 concesiones mineras en la provincia, que abarcan 489.754,53 hectáreas, equivalentes al 20,78%.

Con el primer auge del té, llegaron trabajadores que luego se convirtieron en propietarios, finqueros y colonos, que hasta 2015 sembraban yuca, plátano, papa china, naranjilla, caña de azúcar y explotaban madera. La producción del té fue el antecedente de la creación del cantón Palora, en 1972. En la década de 1990, los comuneros empezaron a sembrar pitahaya, muchos de ellos eran migrantes en Europa o Estados Unidos y decidieron regresar e invertir sus ahorros en este cultivo.

En 2002 se creó la Asociación de Productores de Pitahaya del Ecuador (APPE) y en 2005, se realizaron las primeras exportaciones. Cuando la pitahaya paloreña fue incluida en la canasta de productos de Ecuador en el 2015, se marcó un hito en el crecimiento de exportaciones a 28 países. En 2015, la producción de una hectárea de pitahaya podía llegar a costar unos $32.00 dólares, con un precio por kilo o caja de $5 dólares. El kilo de la fruta, en su mejor momento, se vendió en 9 o 10 dólares, y actualmente está entre 3 y 4.

Las históricas fincas de 50 hectáreas poco a poco han desaparecido al ser fraccionadas en pequeñas parcelas para sembrar pitahaya. El tamaño de las Unidades Productivas Agrícolas (UPA) oscila entre tres hectáreas o menos (35,6%) y entre cuatro y 10 hectáreas (26,6%), según el estudio de Víctor Quezada, Marco Ávila y Yonimiler Castillo, de 2021. Existen 545 fraccionamientos de las fincas, muchos de ellos irregulares, lo que provoca apertura de vías.

Ahora, la normativa sobre el uso del suelo del cantón Palora ha sido modificada en función de la rentabilidad del cultivo de pitahaya, generando la expansión de este cultivo, “afectando las zonas de reserva y amortiguamiento, que en el mediano y largo plazo generará efectos nocivos sobre el suelo, el agua y el entorno en general” explica la Ordenanza de acciones inmediatas previas a la implementación del Plan de uso y gestión del suelo para el cantón Palora 2022-2032.

El PDOT 2010-2015 limitaba y suspendía la expansión de la frontera agrícola de la pitahaya y toda nueva adecuación del suelo rural, a fin de preservar la conservación de ecosistemas frágiles en áreas protegidas y forestales. Sin embargo, la actualización del PDOT para 2020-2030 plantea un incremento del 85% de producción de pitahaya, con lo cual continúa la presión sobre el uso del suelo y los problemas de degradación ambiental,

Palora cuenta con la Ordenanza para la protección y restauración de fuentes de agua, ecosistemas frágiles, biodiversidad y servicios ambientales a través de la creación y gestión de la figura de Áreas de Conservación Municipal y Uso Sostenible (ACMUS), aprobada en diciembre del 2020. El cantón está próximo al Parque Nacional Sangay.