Boletín 16. CORONAVIRUS Y CAMBIO CLIMÁTICO

Dos caras de la misma crisis

Debido al COVID-19 probablemente haya más conciencia de que el deterioro ambiental no se reduce a la contaminación o la pérdida de biodiversidad, sino que puede, incluso, desencadenar el surgimiento de constantes pandemias. Sin embargo, en este contexto de crisis sanitaria y de tanta información referida a las posibles causas de esta enfermedad, quizás no queda clara la relación entre el nuevo coronavirus y el cambio climático. No solamente la conexión de dos hechos separados, sino como manifestaciones de un solo proceso. Esta relación se da de múltiples maneras. Son dos caras de la misma moneda, del modelo capitalista.

ANALOGÍAS ENTRE EL CORONAVIRUS Y EL CAMBIO CLIMÁTICO

Así como con el cambio climático, el negacionismo frente al coronavirus se ha apoderado de muchas personas y autoridades de gobierno. También varios jefes de Estado han negado lagravedad de ambos problemas. En el caso del cambio climático, se ha dicho que no es verdad el calentamiento global y que todo es una farsa. Donald Trump en Estados Unidos y Jair Bolsonaro en Brasil, ambos negacionistas del calentamiento global, llegaron a afirmar que el virus se esfumaría con el calor primaveral y que era poco más que una gripe sin importancia. Otros dirigentes, como el bielorruso Aleksander Lukashenko, siguen pensando que el coronavirus es una enfermedad que se combate practicando hockey sobre hielo – deporte nacional de ese país- y bebiendo vodka.

Para las dos problemáticas también se han aplicado varias teorías conspirativas. Trump dijo que el cambio climático es un invento de los chinos y de ambientalistas comunistas y, sobre el coronavirus, sostiene que se fabricó en laboratorios de Wuhan. Hay quienes dicen que el coronavirus surgió por las ondas 5G o que Bill Gates financió su creación. En ambos casos es más fácil negar la crisis que admitir que ésta tiene relación con el modo de vida extractivista y megaindustrial.

Podemos pensar en otras analogías. Por ejemplo, la xenofobia y el racismo nos distraen de las verdaderas causas del COVID-19, como es la presión sobre los bosques y la existencia de mega granjas de cría industrial de animales, o las atribuyen a la inmigración. En relación con el cambio climático, muchos señalan la responsabilidad de los pobres porque contaminan, de los indígenas que deforestan, de las personas de África que tienen muchos hijos y viven hacinados, etc. Con el coronavirus, nos han saturado con escenas de gente en China que come murciélagos en mercados con aparente poca higiene y Trump llamó al COVID un “virus chino”. En ambos casos se impone una narrativa ultranacionalista, junto con una crecientenarrativa ecofascista. Es siempre el de afuera el responsable de todos los males.

Otro ejemplo que nos permite comparar ambas situaciones, del cambio climático y el coronavirus, tiene que ver con el manejo de la información y la contrainformación. En los dos casos hay una estrategia concertada de ocultar información, malinformar, desinformar.

En relación con el cambio climático, muchos señalan la responsabilidad de los pobres porque contaminan, de los indígenas que deforestan, de las personas de África que tienen muchos hijos y viven hacinados, etc. Con el coronavirus, nos han saturado con escenas de gente en China que come murciélagos en mercados con aparente poca higiene y Trump llamó al COVID un “virus chino”. En ambos casos se impone una narrativa ultranacionalista, junto con una crecientenarrativa ecofascista.

Hace más de 50 años ya se conocía que los combustibles fósiles causaban calentamiento global, pero esta información fue contrarrestada con otra proveniente de la industria energética que empezó a generar informes alternativos al consenso científico. Se calcula que la industria petrolera ha invertido en las tres últimas décadas más de 3.600 millones de dólares en propaganda, mucha de ella para desviar la atención de los desastres del clima, o para desvalorizar la ciencia del clima. Aun sabiendo las causas, no se hizo nada. O lo que es peor, se avanzó intencionalmente en sentido contrario, pasando por el Protocolo de Kioto o el Acuerdo de París que lo que han hecho es empeorar la situación. Con la pandemia del COVID-19 ha sido igual. Desde hace bastantes años se sabía que vendrían embates de coronavirus en el planeta. Una parte de la comunidad científica y el mismo departamento de seguridad de Estados Unidos conocían que nuevas sepas llegarían con fuerza brutal. Pero, al igual que con los desastres climáticos, tampoco se hizo nada.

Con el cambio climático se ha colocado todo en número de toneladas de emisiones de CO2, desacoplándolo de la realidad, o mostrando las cifras de manera que parezca que es la deforestación una causa mayor del cambio climático, para justificar los proyectos tipo REDD+ (haciendo recaer la responsabilidad en los pueblos indígenas). Así, se ha evitado tomar medidas drásticas de reducción de la extracción y consumo de combustibles fósiles. Para el COVID, de forma similar, la causa parece estar recayendo en un pobre murciélago y un pangolín y en el propio virus, como si la existencia del virus fuese EL problema que hay que resolver y no las causas de su viralidad. Lo mismo ocurre con el cambio climático, se quiere poner el foco en el CO2 y no en las causas del exceso de CO2 fósil en la atmósfera. Esto nos recuerda el fetiche del otro como causante del problema.

Con el COVID-19 también se oculta la verdad. Se manipulan cifras (como las del número real de fallecidos), se muestra solo una parte de ellas (por ejemplo, en los casos reportados por el Comité de Emergencia Nacional solo se muestran cifras de las personas positivas con las pruebas PCR, pero nada de los posibles casos ya contagiados), o se ofrece información desordenada y caótica, para mantener a los inversionistas tranquilos y a la población sujeta a angustia e incertidumbre y poder normalizar la crisis o aplicar la doctrina de shock.

La malinformación llega al extremo de que el presidente de Estados Unidos sugiere que se debe inyectar desinfectantes para matar al virus. Esta información desacertada no es un exabrupto, sino que busca distraer la atención de la mala gestión de la crisis o alentar la apertura de industrias, empresas y servicios, para que millones de trabajadores regresen a trabajar. En cuanto al cambio climático, en lugar de dejar el petróleo en el subsuelo o de invertir en cambios tecnológicos se privatiza la atmósfera y se inventan los servicios ambientales y millones de dólares invertidos en contrainformar sobre lo beneficiosos que son.

Otro ejemplo que nos permite comparar ambas situaciones, del cambio climático y el coronavirus, tiene que ver con el manejo de la información y la contrainformación. En los dos casos hay una estrategia concertada de ocultar información, malinformar, desinformar.

LOS IMPACTOS DIFERENCIADOS DE AMBAS CRISIS

El cambio climático afecta a toda la humanidad, pero de manera diferenciada. Se ensaña más con la población indígena, campesina, mujeres, y sectores empobrecidos de las ciudades.[2]

Recordemos las escenas de hambrunas en África, o de la población negra de New Orleans con el huracán Katrina. Con el COVID-19, ¿acaso no está ocurriendo lo mismo con la población más empobrecida de Guayaquil? En algunas zonas de Nueva Jersey, en Estados Unidos, el 70% de los fallecidos son negros o latinos, y en Reino Unidos la tasa de mortalidad entre la población afrodescendiente está siendo 4 veces más alta que la de la población blanca.

Los medios de comunicación y las redes sociales nos han mostrado que los cielos están limpios y que las cifras de emisiones de CO2 y de NO2 han caído drásticamente. Muchos podrían creer que el COVID-19 estaría ayudando lentamente a acabar con el cambio climático. Sin embargo, esto no es así. De hecho, el mes de febrero de este año, fue más caliente que el año anterior. También debemos recordar que en la crisis económica del 2008-9, las emisiones se redujeron en 1,3%, pero luego aumentaron abruptamente a partir del 2010. Debido a que los estados están aprovechando la oportunidad para debilitar las regulaciones ambientales, de tenencia de tierra o laborales, supuestamente para “salvar la economía”, podríamos esperar que las emisiones en el 2021 o 2022 se disparen a niveles nunca antes vistos.

Los medios de comunicación y las redes sociales nos han mostrado que los cielos están limpios y que las cifras de emisiones de CO2 y de NO2 han caído drásticamente. Muchos podrían creer que el COVID-19 estaría ayudando lentamente a acabar con el cambio climático. Sin embargo, esto no es así. De hecho, el mes de febrero de este año, fue más caliente que el año anterior.

Claro que ha habido menos contaminación durante estos meses de pandemia, lo cual nos debe alegrar no solo por ver a la naturaleza florecer y liberarse, sino también se podrían reducir las enfermedades respiratorias debidas a la contaminación o porque el virus no podrá ser acarreado por las partículas en el aire. Pero a largo plazo, el impacto en el clima por el COVID-19 será probablemente negativo, a menos que se aborden los temas estructurales que provocan estos problemas.

Entonces, se presume que debido al COVID-19, los problemas ambientales serán peores. No solo el cambio climático. También en Ecuador, se trata de flexibilizar aún más la normativa ambiental. Por ejemplo, en la Asamblea Nacional se discute la reforma a los artículos de la Constitución referidos a prohibición de actividades extractivas en áreas protegidas, lo cual evidentemente va a acrecentar el cambio climático y otros problemas ambientales.

Sabemos que para que podamos revertir el cambio climático, se deben detener nuevas emisiones o, mejor dicho, dejar de abrir nuevas fronteras petroleras y empezar a dejar el petróleo en el subsuelo ahora. La iniciativa Yasuní era un camino para esto.

LAS RESPUESTAS DESDE LOS GOBIERNOS, LA BANCA Y LAS CORPORACIONES

Podemos avizorar que luego de la pandemia vendrán más medidas económicas y soluciones drásticas. Por ejemplo, al entender ahora más que nunca la importancia de las tierras agrícolas y el abastecimiento de alimentos, habrá más acaparamiento de tierras, y más apropiación del agua. En términos macroeconómicos, se profundiza aún más el extractivismo para, supuestamente, paliar la crisis. Probablemente habrá más financiarización de la naturaleza y mayor securitización.

Los capitalistas pronto se darán cuenta de que las naturalezas y los cuerpos humanos son mucho más vulnerables y frágiles que lo que pensaban y que se están deteriorando a un ritmo mayor de lo esperado. 

Su reacción será nuevamente tratar de “arreglar” este problema del rápido colapso de la“mano de obra” y de los “recursos naturales”, a través de nuevos productos. Productos mercantiles, productos financieros, productos de seguros, oportunidades de renta y negocios en esta nueva realidad.

Su reacción será nuevamente tratar de “arreglar” este problema del rápido colapso de la “mano de obra” y de los “recursos naturales”, a través de nuevos productos. Productos mercantiles, productos financieros, productos de seguros, oportunidades de renta y negocios en esta nueva realidad.

De acuerdo a sus planes, entonces, en el mundo pospandemia debemos esperar no solamente más acaparamiento de tierras, sobre todo tierras arables que aún no se han cansado por la agricultura industrial, sino también el acaparamiento de tierras que necesitarán los ricos para escapar de las pandemias, tierras que puedan ser sometidas areingeniería para ser más “resilientes” ante las plagas (humanas y no humanas) del futuro otierras para abastecer de “recursos genéticos” para nuevos medicamentos. Obviamente, también presenciaremos el acaparamiento de nuevas fuentes de agua impoluta, o la creciente invasión de zonas donde haya minerales preciosos como el litio o el cobalto parauna electromobilidad “eficiente” en tiempos de COVID-19. Y así.

En este escenario, aumentará también la explotación laboral, de manera que los trabajadores no se vean descontinuados por pandemias, y aparecerán con más fuerza mecanismos “invisibles” de explotación a los trabajadores, como el teletrabajo de 20 horasal día frente al computador. Esto ya está sucediendo ahora, pero con el confinamiento se ha vuelto de manera brutal.

Una tendencia visible en el escenario de instancias internacionales es fundir tres espacios, el de cambio climático, de biodiversidad y el de los Objetivos de Desarrollo Sustentable. En estos últimos ya están derechos sociales como el agua, la salud y la seguridad social, pero también temas ambientales y cambio climático. Se estaría buscando homogeneizar los indicadores y métricas para medir los avances en estas temáticas, así como probablemente encontrar las soluciones mercantiles conjuntas perfectas para los tres. No sería de extrañarse que las propuestas frente al COVID junten la “reducción” de la pobreza con la “conservación” de bosques sin personas y con la “descarbonización” de la economía, através del mercado y la banca, la numerología y las nuevas tecnologías digitales que serán lasque supuestamente “lideren” este camino.

En cuanto al sistema financiero, durante estas semanas de pandemia declarada, hemos visto que las bolsas de valores se han desplomado, con pérdidas no vistas desde el fin de la Primera Guerra Mundial. Inmediatamente, los gobiernos europeos y de Estados Unidos, manifestaron que tomarían medidas para paliar el pánico financiero. Esto es, inyectando dinero líquido y comprometiendo la ayuda económica a las empresas por varios trillones de dólares. Esto calmó relativamente al sector bancario, sin embargo, se espera que esta crisis sea la más grande que haya tenido el capitalismo y que pronto, como lo ha hecho cíclicamente, el sistema financiero colapse también. Este siempre ha podido salir de las crisis, no solamente con el soporte de los gobiernos con dineros públicos y de la gente común, sino también gracias a inventos de productos financieros –que son los mismos que le acarrean a las crisis internas- como hace diez años ocurrió con los mercados de productos financieros de las hipotecas y derivatives. Los bonos de carbono como negocios financieros con el clima están allí también. No debemos extrañarnos si dentro de poco lancen productos financieros vinculados a la salud y al riesgo de expansión del COVID-19. [4]

Será la mercantilización y financiarización de futuras pandemias, como ciertamente ya ha ocurrido con los desastres climáticos.

Finalmente, como respuesta a las crisis no se han hecho esperar medidas de comando y control, como las que ya se usan para cuidar zonas sometidas al mercado de carbono y de servicios ambientales, mediante la aplicación del castigo acompañado de verificación mediante drones. Ahora, para control del COVID, se implantan mecanismos de control de la sociedad a través de sistemas de vigilancia digital y de leyes draconianas.

LAS RESPUESTAS DESDE LOS PUEBLOS

Hoy vemos cómo los afectados por el cambio climático sufren doble y triple exposición. En los lugares más vulnerables a los desastres climáticos les embate el COVID-19 y proyectos extractivos o la implantación del agronegocio o industrias contaminantes. Ante la resistencia se militarizan los territorios y se criminaliza a los líderes comunitarios. Son exposiciones múltiples a las que son sometidas poblaciones empobrecidas y marginalizadas.

Ante esto, diversas organizaciones campesinas, indígenas, barriales y muchas más, proponen salidas: la soberanía alimentaria y energética, el trabajo en minga, la solidaridad, la organización comunitaria. Es un reencontrarse con los territorios y territorializar las luchas.

Las propuestas desde los pueblos son locales, desde abajo y participativas. Y lo son tanto para defender los territorios frente al extractivismo, al cambio climático, como con acciones de cuidado colectivo frente a la pandemia del coronavirus. Muchas iniciativas surgen en todos los países, distintas y contrapuestas a las de los estados centralistas. Y quizás por eso más eficientes que cualquier gobierno de izquierda o de derecha, progresista o neoliberal. Las organizaciones, y los pueblos en movimiento, ya se dan cuenta que la crisis climática y el COVID son la misma crisis. Varios líderes sociales, a los que se les pregunta acerca del COVID, responden primero narrando la historia del impacto de las políticas neoliberales en los barrios populares de Guayaquil, de las luchas antimineras en Íntag, de las demandas por la salud de los trabajadores bananeros por los plaguicidas, o la historia de la contaminación petrolera en Sucumbíos, y sólo después insertan al COVID dentro de este escenario, como parte de una realidad histórica y de resistencia continua.

Mientras que los gobiernos, los intelectuales, o la academia dominante creen que son crisis separadas y que hay que resolverlas separadamente: la crisis del clima, la crisis del COVID- 19, la crisis de la caída de los precios del petróleo, y así otras más. Por eso su respuesta a estas crisis son siempre soluciones que las profundizan o crean nuevas crisis.

Por eso su respuesta a estas crisis son siempre soluciones que las profundizan o crean nuevas crisis.

En el Norte global hay propuestas interesantes también como el decrecimiento o la renta básica universal, junto con la relocalización de la producción de alimentos; en el Sur, está la defensa de los territorios, las soberanías y modelos de vida como el Sumak Kawsay.

Debemos estar preparados para nuevas pandemias exacerbadas por el capitalismo. Con el cambio climático, el deshielo de los casquetes polares, o del permafrost en Siberia o Alaska, se expondrán al ambiente muchos virus que se mantienen congelados bajo esas capas de hielo. Estos podrán escapar y expandirse por el mundo, de la mano con el cambio climático.

La respuesta al COVID-19 no puede ser otra que hacer de esto una oportunidad para un cambio en el modelo de producción y consumo capitalista, y detener la civilización petrolera. Tratar la crisis sanitaria junto con la climática, porque son caras de la misma moneda.

OFICINA DE DEFENSA DE LA NATURALEZA Y SUS DERECHOS

5 de mayo de 2020

Fuentes:

  • Acción Ecológica Opina. ECOFASCISMO. Abril 2020. https://www.facebook.com/AccionEcologicaEc/posts/2864906820268611

  • Black people four times more likely to die from Covid-19, ONS finds. The Guardian. 07/05/2020. https://www.theguardian.com/world/2020/may/07/black-people-four-times-more-likely-to-die-from- covid-19-ons-finds

  • CLIMATE CHANGE SERVICE. https://climate.copernicus.eu/

  • Decades of Science Denial Related to Climate Change Has Led to Denial of the Coronavirus Pandemic. INSIDE CLIMATE NEWS. https://insideclimatenews.org/news/08042020/science-denial-coronavirus- covid-climate-change

  • First Person: COVID-19 is not a silver lining for the climate. UN Environment chief https://news.un.org/en/story/2020/04/1061082

  • How the oil industry has spent billions to control the climate change conversation. The Guardian. 08/01/2020. https://www.theguardian.com/business/2020/jan/08/oil-companies-climate-crisis-pr- spending

  •  La financiarización de la crisis del COVID19. Armando Negrete. ALAI. 30/04/2020 https://www.alainet.org/es/articulo/206260

  • Stockholm Environment Institute. SEI. https://www.sei.org/events/webinar-the-geopolitics-of-covid- 19-and-climate-change/

  • The unholy alliance of COVID-19, nationalism, and climate change. MIT Technology Review. https://www.technologyreview.com/2020/04/10/998969/the-unholy-alliance-of-covid-19- nationalism-and-climate-change/

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