El Foro, “NO MÁS ZONAS DE SACRIFICIO”, presentó tres casos donde el Estado, por acción u omisión los destinó como tales. En el primer caso se declaró la zona de “interés nacional”, a pesar de su importancia ecológica y cultural (caso Cerro de Montecristi). En el segundo caso, hay una omisión de los gobiernos locales, al sacrificar una zona patrimonial en la ciudad de Quito (caso Rumicucho). El tercer caso se convierte en una zona de sacrificio por la acumulación de daños en una comunidad rural de la Amazonía ecuatoriana (caso Comunidad Payamino).
El Foro tuvo lugar en el contexto del Foro por la Tierra y los Territorios en Quito, el 9 de mayo 2024. Las expositoras y expositor son expertas y experto comunitarias en Derechos de la Naturaleza.
ZONAS DE SACRIFICIO EN LA CIUDAD DE QUITO, EL CASO DEL PUCARÁ RUMICUCHO
Cecilia Borja de la Agencia Tegantai presentó el caso del pucará Rumicucho, ubicado a 2.400 metros sobre el nivel del mar en San Antonio de Pichincha, Quito, es una colina de 520 metros de largo, 120 de ancho y 24 de alto. Fue un centro ceremonial y defensivo de la cultura caranqui y luego un fuerte inca. Forma parte de un conjunto de monumentos que se extienden desde la Cordillera Oriental hasta territorio Yumbo.
Y es una zona con canteras y reservas de piedras como andesita rosada y azul, utilizadas para fabricar hormigón. Es también donde terminan los escombros de Quito, donde operan varias escombreras ilegales y una Municipal.
La parroquia San Antonio de Pichincha es conocida como la zona de los expertos en construcción (con mano de obra calificada), ahí se fabrican todo tipo de materiales a partir de la explotación de canteras, existe una pequeña y mediana empresa de la construcción basada en el hormigón. Los materiales abastecen al sector inmobiliario del Distrito Metropolitano de Quito y de varias provincias del país como Coca, Tena, Puyo, Loja, Tulcán, Guayaquil, Manta, Esmeraldas, etc.
Los comuneros denuncian graves afectaciones al medio ambiente y a la salud debido a la explotación minera, que ha dejado huellas en las montañas sagradas de los caranquis y kitu karas, donde hay más pucarás y sitios arqueológicos. Sin protección ni remediación ambiental, las montañas están quedando desoladas, perdiendo sus nutrientes y plantas nativas.
EL CERRO DE MONTECRISTI
El caso del Cerro de Montecristi, presentado por Gloria Leyton del Colectivo Teatral Ar-tos es un caso en el que se designa un área de protección y de importancia cultural para la población de Manabí, a una reserva militar de defensa.
El Cerro Montecristi es un cordón montañoso que junto al Cerro de Hojas y Jaboncillo conforman el Bio Corredor “Bosque Protector Montecristi,” con 1280 hectáreas, lugar sagrado para las comunidades y pueblos aborígenes de Manta, Montecristi, Jaramijó y Jipijapa.
Con la venia del Ministerio de Defensa, las Fuerzas Armadas, Ministerio del Ambiente, el alcalde de Montecristi se tomó por la fuerza parte del territorio del Cerro de Montecristo, para la instalación de radares, dando lugar a la creación de una Zona de Sacrificio.
El 27 de octubre empieza a operar el sistema de radares instalado en Montecristi, y a los 12 días, el 7 de noviembre, el radar explota y no se sabe cuándo entrará nuevamente a operar, pero el daño al Cerro ya estaba hecho.
La transformación de este sitio de importancia cultual y ecológica en reserva militar acusó una gran movilización de la población, y las demandas interpuestas desde la ciudadanía, como Medidas de Protección siguen su curso.
COMUNIDAD PAYAMINO
Diocles Zambrano, campesino de la comunidad Payamino en Loreto, provincia de Orellana explicó como su comunidad fue transformada en una zona de sacrificio, comunidad Payamino asentada en un ecosistema de bosque húmedo tropical semi inundable.
Su comunidad está dentro del campo petrolero Coca. Dentro de su comunidad se ha instalado también una “estación de producción”, donde se separa el gas y el agua que sale junto al petróleo que se extrae de este campo (llamadas aguas de formación), con graves impactos en la salud de la gente y en la naturaleza. La petrolera dividió la comunidad entre quienes apoyaban la presencia de la empresa, y los que negamos su entrada.
Luego la empresa Palma Oriente (la que cambió su nombre varias veces) usó nuestro territorio para establecer plantaciones de palma africana, y algunos comuneros empezaron también a plantar palma, con el ofrecimiento de que la empresa les iba a comprar, lo que no ha sucedido.
La palma produjo aún más división en la comunidad.
Luego llegó la minería ilegal al río Punino. En esta zona, la minería ilegal aumentó en el 578 %
y la deforestación de 217 hectáreas, de acuerdo a información que circula en medios de comunicación. Las aguas contaminadas (posiblemente con mercurio) del río Punino,
bajan hasta unirse con el río Payamino, y de ahí, al río Napo.
El foro se puede ver aquí: