Hablar de los microorganismos como sujeto de derechos puede causar asombro, pues la mayor parte de estudio de estos diminutos y fascinantes organismos, se ha centrado en verlos como seres causantes enfermedades humanas, de plantas y de animales; sobre cómo combatirlos. También se han hecho estudios para entender su funcionamiento, e instrumentalizar los descubrimientos científicos que surgían, dando lugar a una nueva ciencia: la biología molecular.
Otra perspectiva es ver a los microorganismos como “servicios ambientales”; por el valor que pueden tener para alguna actividad económica. Economistas ambientales por ejemplo han pues- to precio al “servicio” que dan las bacterias en el “ciclo del nitrógeno”, especialmente para la agricultura industrial, o “valoran” el servicio ambiental que prestan las algas en el “secuestro de carbono” para paliar el cambio climático.
En oposición a estas tendencias, en esta publicación se mira a los microorganismos como sujetos de derechos. Desde que se reconocieran los derechos de la naturaleza, hace 15 años, se han dado debates epistemológicos sobre cómo entender y cómo aplicar los derechos de la naturaleza. Se ha planteado que los seres humanos somos naturaleza, y en ese sentido nuestros derechos y los de la naturaleza son interdependientes. Se habla de la interrelación de las sociedades rivereñas con los ríos, de los pueblos andinos con los páramos y el pajonal, y los habitantes costeros con los manglares; pero poco nos preocupamos de la relación que tenemos, como sociedades humanas, con los microorganismos.
Esta publicación se centra en estos pequeños seres invisibles, que revisten una gran importancia en el funcionamiento de la naturaleza y de nuestra propia vida.