Los filósofos Leonie N. Bossert and Thomas Potthast en un ensayo escrito sobre la aplicación de la ingeniería genética en la conservación, desde el punto de vista de la ética animal y de la conservación, analizan el tema desde diversas perspectivas.
Reseña hecha por Naturaleza con Derechos
¿El “último recurso” para erradicar animales sintientes invasores?
Uno de los temas en los que se quiere aplicar la ingeniería genética para programas de conservación es en el control de animales sintientes considerados como invasores. Que afectan a especies endémicas. El principio es que, si los costos morales de aplicar la ingeniería genética son menores que los de la inacción, hay que aplicarlos.
Debido a que estos animales representan amenazas graves para las especies endémicas, ha habido y todavía hay numerosos intentos con distintos métodos para reducir su número o incluso erradicarlos, especialmente en las islas. Muchos de estos intentos han fracasado o incluso han traído consigo efectos nocivos adicionales. La ingeniería genética se plantea como una última opción para deshacerse de los animales no deseados o para reducirlos de una manera (supuestamente) más amigable con los animales. Por ejemplo, en la actualidad se está capturando en trampas y/o envenenando a roedores europeos en Aotearoa (Nueva Zelanda), lo que les causa un inmenso sufrimiento, después de varios intentos fallidos de reducir su número.
Para evitar esto, organizaciones animalistas proponen como solución a los impulsores genéticos para inducir la esterilidad en roedores europeos como una alternativa supuestamente indolora, no solo en Aotearoa sino en muchas islas. Se habla de impulsores genéticos capaces de erradicar poblaciones de ratones domésticos como una herramienta de conservación. Sin embargo, los animales serían tratados de manera problemática mientras se “diseña” y se desarrollan los impulsores genéticos, y se sabe poco sobre los posibles impactos involuntarios de inducción de dolor del impulso genético en los individuos modificados y sus crías. Por lo tanto, el argumento de que este método sería beneficioso para el bienestar animal sigue siendo actualmente especulativo.
En el ámbito de la ética de la conservación, las opiniones sobre la permisibilidad de las intervenciones humanas en los ecosistemas varían ampliamente, especialmente en el caso de intervenciones potentes como los impulsores genéticos, que algunos autores las clasifican como tecnologías disruptivas. Esto se relaciona con el debate sobre los ideales y objetivos de conservación adecuados, un debate que es extremadamente amplio. Al igual que en la ética animal, la ética de la conservación suele promover el uso de la ingeniería genética como “último recurso” para evitar los riesgos de la inacción.
Sin embargo, otros conservacionistas destacan que los impulsores genéticos no son seguros en lo que respecta a los riesgos ecológicos y los efectos secundarios, y que su viabilidad práctica aún está por demostrar. Además del debate sobre los posibles riesgos y beneficios tanto de la inacción como del uso de impulsores genéticos y cómo equilibrarlos, deben discutirse dos aspectos conceptuales y éticos.
Debe examinarse cómo los impulsores genéticos afectan la naturalidad de las entidades, que desempeña un papel importante para ciertos ideales y objetivos de conservación, así como las relaciones entre humanos y naturaleza.
En una comprensión de la conservación de “dejar que la naturaleza siga su curso” en la medida de lo posible, el uso de medios poderosos como la ingeniería genética para modificar entidades naturales, representa una relación entre humanos y naturaleza basada en el dominio humano sobre otros seres vivos.
Los conservacionistas que apoyan estas perspectivas apuntan más bien a crear áreas con la menor influencia humana posible, ya sea que la intervención sea explotadora o protectora. Por supuesto esta posibilidad se vuelve más difícil a medida que los humanos impactan y remodelan el planeta, y que la necesidad de intervenir en la naturaleza para evitar que las especies se extingan o para restaurar los ecosistemas, es ampliamente aceptada dentro de diferentes enfoques de conservación. Sin embargo, esto no contradice el intento de intervenir lo menos posible.
Por ello, los impulsores genéticos no deberían ser el medio de elección ni desde una perspectiva de ética animal ni de ética de la conservación. Aunque se basan en premisas diferentes, los dos campos pueden superponerse al destacar que todavía se desconocen las consecuencias, mientras que los beneficios potenciales de estas poderosas herramientas de intervención se sobreestiman actualmente.
¿Representa el uso de medios poderosos como las herramientas de ingeniería genética para modificar entidades naturales una relación entre los seres humanos y la naturaleza que se basa en el dominio humano sobre otros seres vivos? En una concepción de la conservación que consiste en “dejar que la naturaleza siga su curso en la medida de lo posible”, la intervención humana, por bien intencionada que sea, se ve de forma crítica.
Los conservacionistas que apoyan estas perspectivas más bien apuntan a crear áreas con la menor influencia humana posible, ya sea la intervención explotadora o protectora. Por supuesto, somos conscientes de que a) esta posibilidad se vuelve más difícil a medida que los seres humanos impactan y remodelan el planeta, y b) la necesidad de intervenir en la naturaleza para evitar que las especies se extingan o para restaurar los ecosistemas es ampliamente aceptada dentro de diferentes enfoques de conservación. Sin embargo, esto no contradice el intento de intervenir lo menos posible.
Aunque reconocen la amplia gama de ideales y objetivos en la conservación, los autores prefieren un enfoque menos intervencionista de la conservación. Por lo tanto, los autores creen que los impulsores genéticos no deberían ser el medio de elección ni desde una perspectiva de ética animal ni de ética de la conservación. Aunque se basan en premisas diferentes, los dos campos pueden superponerse al enfatizar que demasiadas consecuencias siguen siendo desconocidas, mientras que los beneficios potenciales de herramientas de intervención tan poderosas están actualmente sobreestimados.
Ingeniería genética para un mundo libre de depredadores
Uno de los aspectos que se aborda con respecto a la ingeniería genética para el bienestar de los animales salvajes sintientes es el sufrimiento “natural” de los animales salvajes, por ejemplo, a través de la depredación, el hambre o las enfermedades. Esto se debate ampliamente en la ética de los animales salvajes.
Al respecto, Bossert y Potthast analizan esta problemática desde la perspectiva de la ética de la conservación y la ética del bienestar animal.
El sufrimiento animal de origen antropogénico debe evaluarse de manera diferente que el sufrimiento natural, debido a las relaciones humanas-animales problemáticas y cargadas de violencia existentes.
Este es un aspecto con gran importancia moral. Para la jirafa individual, puede que no haya diferencia si es asesinada por un león o por un cazador humano. Para la evaluación ética debería haber una diferencia, ya que, como el león necesita alimentarse, el cazador en la mayoría de los casos actúa por motivos diferentes y perpetúa una visión instrumental de los animales. No se propone una comprensión naturalista de la necesidad del sufrimiento, sino destacar la necesidad de analizar también las relaciones sociales entre humanos y animales para poder reducir el sufrimiento animal y pensar en argumentos interdisciplinarios en ética animal que se basen en la ecología animal, el funcionamiento de los ecosistemas y la biología de la conservación.
Son piezas importantes de la ética animal, las propuestas que pretenden utilizar la ingeniería genética para intentar crear un “mundo libre de depredadores” o un mundo con menos individuos que probablemente sufran.
Desde una perspectiva ecológica, la eliminación de las relaciones depredador-presa conduciría a colapsos a gran escala en los ecosistemas. Los depredadores, especialmente los depredadores que están “en la cima” de la cadena o red alimentaria de un ecosistema, cumplen funciones importantes en las comunidades biológicas y los ecosistemas. Si se eliminan estos depredadores, podría haber consecuencias graves para el sistema, aunque estas no son completamente predecibles debido a la complejidad de los ecosistemas.
Si bien las relaciones depredador-presa son bien entendidas, las relaciones inter-especies más amplias, desde el nivel micro hasta el macro, que están estrechamente relacionadas con cada relación depredador-presa, a menudo aún escapan a nuestra comprensión. La ruptura de estas redes no es éticamente deseable por diferentes razones, y ciertamente implicaría un gran sufrimiento para los animales salvajes sintientes.
Si uno fuera a intervenir de una manera tan drástica en un ecosistema, serían necesarias más medidas de gestión para evitar o abordar las consecuencias fuertemente negativas de la intervención.
Desde la perspectiva ecológica, hay dos aspectos que pueden —o incluso deben— ser criticados. En primer lugar, tales intervenciones alterarían el proceso de evolución, y con esto “el proceso de descendencia con modificación que es la evolución, es reemplazado por un proceso de laboratorio y los organismos ya no cambian en respuesta a su nicho ecológico, sino como resultado de la ingeniería”.
Algunos conservacionistas valoran los procesos evolutivos por sí mismos, otros relacionan su “funcionamiento natural” de las entidades biológicas que valoran. Esas intervenciones convertirían los ecosistemas (más o menos) naturales en áreas dominadas masivamente por los humanos.
Especialmente en el caso de las áreas de “no intervención”, como los parques nacionales, esto contradice la idea básica de “dejar que la naturaleza siga su curso”. Y aunque los conservacionistas difieren en cuanto a qué grado de gestión consideran aceptable para las áreas naturales, convertir las áreas naturales en lugares libres de depredadores, como los leones, los tigres y las orcas, que son llamadas especies insignia, debería ser del interés de los especialistas en ética animal debido a la cantidad de sufrimiento que creará.
—-
Más allá del argumento de la reducción del dolor y el sufrimiento, los autores argumentan que la ingeniería genética perpetuaría la dominación humana sobre los animales.
Fuente: Leonie N. Bossert and Thomas Potthast
Genetic Engineering, Nature Conservation, and Animal Ethics: Why Genetically Modifying Wild Sentient Animals Is Not a Good Option
Environmental Ethics DOI: 10.5840/enviroethics202442674