Fuente:
Elumalai P. et al. (2025). Agrochemical pollution: A serious threat to environmental health.
Una nota de Naturaleza con Derechos
Una revisión sistéica hecha realizada por científicos de China e India, examina las tendencias globales de consumo de agroquímicos durante las últimas tres décadas, centrándose en la contaminación causada por fertilizantes y plaguicidas en el aire, el agua y el suelo; y la alteración de los patrones climáticos.
En las últimas dos décadas, el consumo mundial de agroquímicos ha aumentado considerablemente. Estos productos químicos son peligrosos para el aire, el suelo, el agua dulce, los microorganismos marinos, terrestres y del aire; las plantas, los animales y los seres humanos.
Aproximadamente el 50% del fertilizante nitrogenado aplicado a los cultivos agrícolas no es absorbido por las plantas. En cambio, entre el 20% y el 70% se libera al medio ambiente en forma de óxido nitroso, óxido nítrico y amoníaco.
Los residuos de pesticidas se encuentran comúnmente en el aire, el suelo y el agua, afectando a organismos vivos como lombrices de tierra, abejas, depredadores, parasitoides y otros animales. En el ser humano estos residuos pueden dañar el material genómico y perturbar el crecimiento, el comportamiento y la reproducción.
En 2001 y 2021 se incrementó el 32,54% el consumo de Nitrógeno: eñ 40% del fosfatos; el 77,6% de potacio y el 62,3% de pesticidas.
Impacto de los plaguicidas en el ecosistema
Debido a su naturaleza persistente, la contaminación por plaguicidas representa una grave amenaza para el medio ambiente, con residuos que se acumulan en diversos ecosistemas alrededor del mundo. Los 10 países con mayor aplicación de plaguicidas en cultivos son China, EE. UU., Argentina, Tailandia, Brasil, Italia, Francia, Canadá, Japón e India.
Los plaguicidas también afectan a la vida silvestre.
Los pesticidas también tienen efectos indirectos sobre la fijación de nitrógeno, pues afectan la supervivencia y el rendimiento de las bacterias rizobianas en el suelo. Ciertos insecticidas nicotínicos representan amenazas significativas para las poblaciones de abejas melíferas (Apis mellifera). Otros fungicidas afectan negativamente la supervivencia de las abejas melíferas y, al combinarse con insecticidas, altera aún más su microbiota intestinal, lo que aumenta la presencia de patógenos bacterianos oportunistas.
Se ha demostrado que los insecticidas neonicotinoides, como la clotianidina, alteran los perfiles leucocitarios e inducen estrés oxidativo en anfibios, como la rana común (Rana pipien).
18 residuos de pesticidas presentes en aguas superficiales representan graves riesgos ecológicos para especies acuáticas, como las dáfnias y las algas verdes. Cabe destacar que los compuestos pesticidas clorpirifos y butaclor presentaron los niveles más altos de toxicidad, impactando significativamente a estos organismos acuáticos.
Se ha demostrado que los herbicidas atrazina, prometrina y terbutrina afectan negativamente a especies de microalgas como Phaeodactylum tricornutum, causando daños a sus genes, cloroplastos y mitocondrias. De manera similar, los neonicotinoides como la clotianidina, el acetamiprid y la flupiradifurona reducen la supervivencia, el crecimiento y la reproducción del anfípodo de agua dulce Hyalella azteca, lo que subraya los riesgos ambientales que plantean estas sustancias químicas.
En humanos
Los pesticidas pueden ingresar al cuerpo humano tanto directa como indirectamente. La exposición directa se produce a través de actividades ocupacionales, agrícolas y domésticas, mientras que la exposición indirecta se produce a través de la cadena alimentaria, incluida la dieta. Tanto la exposición aguda como la crónica a pesticidas puede afectar gravemente la salud humana, y existen estudios que la vinculan con afecciones como asma, alergias, trastornos neurológicos, hipersensibilidad, infertilidad, alteraciones hormonales y defectos de nacimiento.
El impacto de los fertilizantes y pesticidas en el cambio climático
Se prevé que los impactos de la contaminación agroquímica se intensifiquen debido al cambio climático, lo que provocará temperaturas más altas y alteraciones en los patrones de precipitación.
Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), la región mediterránea, por ejemplo, podría experimentar aumentos de temperatura de hasta 5,6 °C para finales del siglo XXI. Es probable que este aumento de temperatura reduzca los niveles anuales de precipitación y aumente la frecuencia de fenómenos meteorológicos extremos, como sequías y olas de calor. Los fertilizantes nitrogenados, en particular, contribuyen significativamente a la contaminación ambiental.
En condiciones aeróbicas, los microbios del suelo convierten el amonio en nitrato mediante la nitrificación. En entornos anaeróbicos, el nitrato puede convertirse en compuestos nitrogenados gaseosos, como el óxido nitroso, durante la desnitrificación.
Los fertilizantes nitrogenados son una fuente importante de emisiones de gases de efecto invernadero.
En 2018, se estimó que los fertilizantes nitrogenados contribuyeron con 1,13 GtCO2 (gigatoneladas de dióxido de carbono) a las emisiones globales, lo que representa el 10,6 % de las emisiones agrícolas y el 2,1 % de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Los principales contribuyentes a estas emisiones son China, India, EE. UU., la UE-28, Brasil, Canadá, Pakistán, México, Indonesia y Francia.
La emisión de óxido nitroso, un potente gas de efecto invernadero, contribuye significativamente a la contaminación atmosférica, el agotamiento de la capa de ozono y el cambio climático. La FAO, predice que el uso mundial de fertilizantes nitrogenados aumentarán en un 50 % para 2050, lo que podría provocar un incremento de las emisiones de óxido nitroso de los suelos agrícolas.
Es probable que el uso continuo de pesticidas en los campos agrícolas, especialmente en regiones con temperaturas y precipitaciones en aumento, agrave estos desafíos ambientales.
El análisis del uso de pesticidas en arrozales entre 2008 y 2100 mostró que el aumento de las temperaturas y las precipitaciones intensas podrían amplificar los riesgos ecológicos asociados a ciertos pesticidas. En particular, se identificó que la azoxistrobina, el difenoconazol y el ácido 4-cloro-2-metilfenoxiacético representan riesgos inaceptables para las especies acuáticas.